Cuando nos ponemos a realizar cualquier tarea necesitamos dos elementos. En primer lugar, una razón para ponernos a ello. Y, a continuación, herramientas o formas de llevarlo a cabo. La finalidad de esta entrada es aplicar esto mismo a la economía personal o familiar. Las motivaciones financieras para ahorrar dependen del momento de cada uno. Veremos dos muy diferentes. Y para recortar gastos o ahorrar hay multitud de vías. He visto clientes que una vez motivados incluso sorprenden con su determinación. Propondremos un esquema para tener éxito.
Para empezar, motivación financiera
Los que seguís este blog, ya sabéis como valoro lograr la independencia financiera. Ya hay alguna entrada escrita al respecto y pronto prepararé otra aún más completa.
Lo que se necesita para lograr independencia económica es dinero. ¿Consideráis complicado acumular suficiente? Me gustaría fundamentar vuestra motivación financiera con algunas cifras.
¿Creéis que es mucho o poco 50 EUR mensuales? ¿Sabéis qué se puede acumular a largo plazo con este importe? Todo depende de qué se haga, y durante cuánto tiempo. Por ejemplo, si tenéis 30 años por delante, podríais acumular unos 41.000 EUR. Y en 40 años, 74.000 EUR. Es la magia del interés compuesto, concretamente de un 5%. No se ha elegido este porcentaje al azar. Coincide con la media anual desde 1900 para inversiones bursátiles. Más adelante daré más detalles de la fuente.
Para otros plazos y un poco más de precisión, aquí tenéis el siguiente cuadro:
La motivación financiera del agua al cuello
Ciertamente, es mucho mejor recortar gastos pensando en un objetivo de ahorro que en un de subsistencia. Pero también llegan clientes en esta situación.
La experiencia demuestra que cuesta renunciar a un cierto nivel de vida. A menudo se prefiere refinanciar deuda que ir al verdadero origen del problema y recortar gastos. Quiero dejar claro que, para mí, unificar créditos y alargar plazos es la última opción. Es la que costará más intereses y acabará por empobrecer aún más. Se para el golpe, pero frecuentemente con ello no basta si no se hace nada más.
Con motivación financiera, vamos al grano
Precisamente si hablamos de pagar intereses, ¿somos conscientes de los que se pueden llegar a desembolsar por una hipoteca? A pesar de las bajadas de muchos índices de referencia, todavía hay contratos con tipos bastante caros. No olvidemos el interés compuesto. La decisión de comprar un piso más pequeño o en un barrio más modesto puede representar un buen ahorro. Aún más si alquilamos. Y esto es especialmente aplicable a jóvenes que no tengan vínculos en ninguna parte.
Pasa algo muy similar con los vehículos. Si realmente hace falta tener uno de propiedad, el más barato deja margen para un mayor ahorro.
Las anteriores dos salidas de dinero suelen estar en lo alto de cualquier lista de las que preparamos con clientes. A menudo, les acompañan alimentación y escuelas, si hay hijos. Y siguen un buen número de otras partidas de menor importe.
Conviene mirárnoslas con espíritu crítico. Con una buena motivación financiera y objetivos concretos casi siempre hay donde recortar. Se trata de pararnos a cada gasto, y hacernos algunas preguntas:
- ¿Qué cuesta mensualmente o anualmente esto?
- ¿Qué bienestar aporta?
- ¿Preferimos este beneficio actual o la independencia financiera futura a la que ayudará este ahorro?
¿Te quedarás de brazos cruzados?
Te propongo analizar a qué dedicas el dinero que ganas cada mes. De la lista de gastos, elige los cinco que te aporten menos valor. ¿Qué pasaría si ahorrases lo que les dedicas? ¿Qué importe podrías tener acumulado en unos años?
Como es habitual, acabo con algún enlace. Concretamente, uno propio relativo a la independencia financiera. Y otro que sustenta el 5% que hemos elegido anteriormente para hacer los cálculos basados en el interés compuesto.
Finalmente, recuerda que nuestro servicio de Coaching en economía doméstica te puede ayudar a encontrar la motivación financiera que necesitas y conseguir una mayor independencia económica.
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