Una clienta me recordaba hace unas horas una frase que leí en el periódico meses atrás. Curiosamente, visualizar de nuevo este artículo enlazaba muy bien con el post que me disponía a escribir sobre merecimiento financiero. Considero que sólo por el hecho de nacer deberíamos tener acceso a un montón de cosas buenas. El problema lo tenemos cuando nos hacen creer que nos merecemos lo que no podemos pagar y que, además, tampoco nos hace falta. Y, sobre todo, cuando nos ofrecen endeudarnos para conseguirlo.
Retomemos un momento el artículo. Dice más o menos que la felicidad es la diferencia entre el modo que un individuo ve los acontecimientos de su vida y su expectativa de cómo debería ser la misma. Cuando no se cumplen las expectativas, hay un sentimiento de infelicidad. ¿Te suena?
El problema de las altas expectativas y el merecimiento financiero
Hacía referencia a ello en una entrada del blog hace meses. Los humanos somos muy manipulables. El marketing nos hace creer que es imprescindible contar con una serie de bienes y servicios que, en realidad, no necesitamos. Ponemos expectativas en disfrutar de todo esto. Medimos el fracaso en función de lo que no tenemos.
En alguna parte leí sobre una prueba muy interesante que podemos hacer cuando tenemos un impulso de compra. Es especialmente útil si lo que queremos comprar es lo bastante caro como para provocarnos problemas financieros. Y ya no digamos si nos plantearnos endeudarnos para conseguirlo.
Se trata de posponer la adquisición unos días. Pongamos por caso durante un mes. Lo más probable es que pasado este tiempo tengamos una visión muy diferente de la necesidad de hacer la compra.
Cuando llega el merecimiento financiero
«Hazlo, tú te lo mereces». En este formato o en uno similar, es muy probable que hayamos oído esto muchas veces. En muchos casos, considero que se hace un uso abusivo de ello. Todos nos merecemos pequeños regalos que nos nutren. Un paseo por la playa. Un rato de lectura con nuestra bebida preferida al lado. Una buena conversación con un amigo o amiga.
Pero lo que diré a continuación igual no gustará a todo quien lo lea. Quizás no nos merecemos ir de vacaciones al extranjero. O disfrutar de un coche nuevo. O vivir en una vivienda de más de 100 metros cuadrados. Depende. Sobre todo, el merecimiento financiero estará en función de si hemos sido capaces de generar suficiente valor para la sociedad. Si lo hemos hecho y se nos ha remunerado convenientemente, mereceremos disfrutar de ello. Y, en caso contrario, no. Y siempre quedará una lista inacabable de pequeños y asequibles placeres que seguirán a nuestro alcance para ser felices igualmente. Sólo se trata de bajar nuestras expectativas. O encontrar la manera de ofrecer lo suficiente dentro del ámbito en el que en movemos para que realmente seamos merecedores de algo mejor.
Merecimiento financiero y préstamos
Posiblemente habrá algún lector que estará pensando que para disfrutar de todo aquello que no podemos pagar están los préstamos. Es cierto. Pedir dinero para comprar algo lejos de nuestro alcance puede ser la solución. Pero tiene un coste. Dependiendo del interés y el plazo, podemos terminar pagando por un coche el doble cuando lo financiamos. Si nos vemos capaces de hacerlo, ¿no es mejor esperar un tiempo, ahorrar el importe que habríamos desembolsado en cuotas y pagar el vehículo con dinero de nuestro bolsillo?
La felicidad depende en buena parte de la actitud. Te proponemos medir hasta dónde llega tu merecimiento financiero. Si no puedes conseguir con dinero todo lo que querrías, quizás es el momento de bajar expectativas para poder ser más feliz. O idear la manera de incrementar ingresos. Lo que es seguro es que todos nos merecemos vivir financieramente tranquilos.