Esta es una de esas entradas del blog que quiere inspiraros para dar un paso. Me gustaría que esta lectura os motivara para daros cuenta de que no hay nada que no podamos cambiar si nos lo proponemos. Y a nivel económico también. La inteligencia financiera no es únicamente un don. Como cualquier otra inteligencia, estaremos mejor dotados o no para ella. Pero, en gran parte, depende del entrenamiento al cual nos sometamos.
De hecho, me gustaría inspiraros igual que yo me he inspirado en un libro. Supongo que no hace falta decir que es una lectura que recomiendo. Se trata de «La educación del talento» de José Antonio Marina. Es una obra que da herramientas a padres y docentes para la educación de los hijos. Nada que ver con economía personal, pero sin quererlo es inspirador también en este ámbito. La cuestión es que el libro no dice nada de la inteligencia financiera, pero sí de dos inteligencias más. Las veremos a continuación. Por cierto, salvando las distancias, en educación financiera para niños también tenemos alguna entrada escrita en el blog
Inteligencia financiera para sacar partido de las cartas que nos han tocado
Empecé a pensar en este post al leer una reflexión del Sr. Marina. En una partida, ¿gana siempre quien recibe las mejor cartas? Todos sabemos que no. Gana el que juega mejor las que tiene. Lo que aporta la educación es enseñarnos a jugar con lo que nos toca.
A partir de este punto, mientras leía fui anotando qué me podía servir para inspiraros financieramente. De manera recurrente, me venían a la cabeza determinadas experiencias con clientes.
Como avanzaba antes, el autor del libro habla de dos inteligencias:
– La inteligencia generadora, que se concreta en opciones, sentimientos, ideas y deseos. Me atrevo a añadir que, en coaching, al referirnos a ello hablaríamos de consciencia.
– La inteligencia ejecutiva, que supervisa, evalúa y dirige la acción. Si lo vuelvo a adaptar a mi campo, es lo que en coaching llamaríamos decisión responsable.
De mi cosecha añado también que ambas serían vertientes de lo que podríamos calificar de inteligencia financiera. Y debemos entrenarnos en ambas.
Inteligencia financiera generadora
De manera similar a la experiencia del autor, me he encontrado a veces con personas bloqueadas por la angustia, la autodevaluación o la intolerancia a la frustración. Coincido con el Sr. Marina que necesitamos superar esto para que la inteligencia financiera se asiente. Estos sentimientos se basan en creencias sobre uno mismo. Considero que lo más recomendable es centrarnos en lo que se hace bien, en pequeños éxitos a partir de los cuales ir expandiendo las buenas sensaciones a otros ámbitos y anticipar el placer del que se puede disfrutar al alcanzar el objetivo final.
Todos estaremos de acuerdo en que tener una idea pobre de uno mismo no es bueno. Ahora bien, el extremo opuesto tampoco lo es. Contar con una autoestima extremadamente alta puede ser perjudicial. Algunos de mis clientes lo son por una mala toma de decisiones amparada en un exceso de optimismo. Emilio Duró en uno de sus videos lo define bastante bien. Afirma que no hay nada peor que alguien muy motivado pero que desconoce que no está suficientemente preparado. La autoestima debe estar relacionada con el comportamiento. Y crecer con éste.
Inteligencia financiera ejecutiva
Una vez hemos afinado la inteligencia financiera generadora, toca ponernos manos a la obra con la ejecutiva. Dentro de este marco, es muy importante modificar nuestra óptica. Con una mente financiera bien entrenada es más sencillo ver en cualquier decisión las implicaciones económicas.
Nada mejor que un ejemplo. Imaginemos la compra de un piso. Un decorador percibirá inmediatamente las posibilidades que quede un ambiente agradable. Unos padres responsables intentarán que todos los hijos tengan suficiente espacio. Quien le guste el deporte tratará prioritariamente qué instalaciones deportivas quedan próximas al posible nuevo hogar. Sin olvidar otros enfoques, es obvio que yo personalmente me miraré sobre todo que el precio por metro cuadrado sea adecuado y que financieramente sea capaz de pagarlo. A quien esté interesado en tener una óptica similar a la mía le aseguro que puede incorporarla a su repertorio. Basta entrenarse para hacerlo.
Dejo para un próximo post otros aspectos del libro que considero útiles en el ámbito de las finanzas personales.