Hay temas que aparecen a menudo cuando profundizamos en la organización económica de algunos clientes. Uno de ellos es el de las finanzas en pareja. Por este motivo no me extrañó que me pidieran una pequeña colaboración en RAC 1 al respecto. Y es que hay muchas maneras de repartir los gastos comunes. El artículo de Anna Vallhonesta (en catalán) que se desprende de nuestra conversación es bastante explícito. Sin embargo, intentaré completar estas propuestas un poco más.
Parto de la base que compartir lo que sea con otras personas requiere un mínimo de estructura. En baloncesto hay quienes organizan el juego y otros toman preferentemente la responsabilidad de defender la canasta. Todos ellos saben cuál es el día de entrenamiento. Y también con qué anticipación hay que presentarse a los partidos. Esto no quita que lo pasen muy bien jugando. Pero sin un mínimo de orden posiblemente no podrían disfrutar tanto. Y esto es aplicable a empresas, familias, clubes y cualquier otro colectivo.
Primer paso: Negociar las finanzas en pareja
Hace muchos años alguien me dijo que en una pareja también hay que negociar. En aquellos momentos de mi vida me pareció que amor y negociación no ligaban. A base de acumular experiencia me he dado cuenta de que estaba equivocado. En este ámbito también conviene sentarse a hablar sobre cómo funcionará la aventura en común. El objetivo es siempre que todos se sientan cómodos. De lo contrario, tarde o temprano otros aspectos donde la pareja funciona bien tal vez se resentirán.
Al fin y al cabo, tomar decisiones de este tipo debería ser de lo más natural. Del mismo modo que se escoge donde se vivirá, qué se pagará de alquiler o de compra, etc., debería planificarse de dónde saldrán los recursos para hacerlo. Esto implica saber quién pagará qué o, en caso de que todo se comparta en una sola cuenta, si entre ambos se llega o no a cubrir el gasto que ir a vivir juntos genera.
Profundizamos un poco más en todo esto en otra entrada de este mismo blog. En ella, se habla sobre cómo transformar unos valores y objetivos compartidos con la pareja en un presupuesto. Si éste se sigue, habrá muy pocas discusiones de motivación económica.
La propuesta es que el control de las finanzas en pareja se añada a las tareas habituales de la casa. Y que uno de los dos miembros asuma llevarlo a cabo. Desde la óptica de acOnseguir, esto es tan importante como hacer la colada o recoger a los niños de la escuela. Todo lo que sea parar cada cierto tiempo para ver qué ha pasado en la familia a nivel financiero es muy positivo.
Las finanzas en pareja: cómo repartir los gastos
Volvamos a los modelos que RAC 1 menciona en su artículo. Cualquiera que se adopte es bueno si se consigue lo que se quiere y todos se sienten a gusto. Tenemos en un extremo un funcionamiento tradicional donde se comparten ingresos y gastos. Todo es de los dos. Como contraposición, cada vez hay más parejas que piden separar todo. Posiblemente ésta es una fantástica opción al actual «mundo líquido» de Bauman. Todo queda mejor preparado por si el proyecto no sale bien y cada uno emprende un camino diferente. Y si nos remitimos a estadísticas, esto sucede a menudo. Y en medio de estos dos extremos encontramos un amplio abanico de posibilidades.
Capítulo aparte merecen las familias «reconstruidas», es decir, parejas con niños de relaciones anteriores. A veces hay hijos que están siempre en casa, y otros la mitad del tiempo. Dependerá de los regímenes acordados en los respectivos convenios. Entonces hay que hacer una pequeña ecuación para saber de qué forma se debería repartir de manera justa, por ejemplo, la comida. En cierto modo, asistimos a una aplicación de la asignatura de Contabilidad de Costes impartida a ADE a las finanzas en pareja. Si afinamos, incluso se podría repartir el alquiler en función de los metros cuadrados que ocupa cada hijo de relaciones anteriores, aunque quizás alguien podría pensar que tal vez ya vamos demasiado lejos.
Ahorrar en pareja
Si hay valores y objetivos en común, es muy probable que convenga ahorrar juntos para conseguirlos. Los habrá de todo tipo: jubilación, pintar la casa, compra de vivienda, cambio de coche, vacaciones, etc.
Sin embargo, productos financieros tradicionales que permitían compartir titularidad tienen rentabilidades insignificantes hoy en día. Un ejemplo serían los depósitos. Por el contrario, medios de ahorro que proporcionan más beneficios sólo permiten inscribir el nombre de uno de los miembros de la pareja. Estaríamos hablando de seguros vida-ahorro, PIAS o planes de pensiones, por citar algunos. Por tanto, las parejas se pueden encontrar que ahorran en común, pero por separado.
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- Podréis hallar una fórmula que consideréis justa y cómoda para repartiros los gastos. En acOnseguir tenemos bastante experiencia en hacerlo.
- Y, con la ayuda de un presupuesto, tendréis claro qué puede gastar y qué no si deseáis conseguir las metas que os marquéis.
[El artículo de Anna Vallhonesta (en catalán) que se desprende de nuestra conversación lo puedes encontrar en este enlace: com us repartiu les despeses amb la parella]