Oigo en las noticias que una determinada entidad financiera de primer nivel confía en el repunte de este tipo de préstamos para mejorar sus resultados durante el próximo ejercicio, y no puedo más que animarme a escribir sobre el peligro de los créditos al consumo .
De entrada, intento documentarme sobre los motivos por los que la entidad financiera confía en los créditos al consumo para mejorar resultados. Busco en Internet, y encuentro un interesante artículo de El Confidencial (link) que habla del tema: resulta que se está cobrando una media aproximada del 8% de interés (recordemos que el tipo oficial ronda el 0%, así que, haciendo números por encima, es un buen margen para el banco).
Una vez queda claro que para la entidad conceder créditos al consumo parece ser un buen negocio, me propongo determinar si para quien recibe el dinero (el cliente de banca y consumidor) también es una buena operación.
Pongamos por caso un crédito al consumo de 10.000 euros, a un tipo de este 8% que menciona el artículo y cuotas mensuales. En 5 años, se acaba pagando 2.085’83 EUR de intereses, y en 10 años 4.382’90 euros, importe al que habría que añadir cualquier comisión adicional como la de apertura o estudio. Por tanto, el «consumo» que se quiera financiar acabará subiendo el coste a 5 años en algo más del 20%, y en 10 años en algo menos del 44%. La entidad financiera se gana un buen margen, que cuesta bastante caro al destinatario del dinero, y éste obtiene como único beneficio poder «consumir» unos meses o años antes de lo que su capacidad de ahorro le permite.
Sólo un apunte más: este sobrecoste de interés está calculado en base a un 8%, pero si se financia con tarjeta de crédito a más de un mes, el tipo de interés anual puede rondar entre un 20 y un 25%. No es necesario que haga números al respecto, os los podéis imaginar.
Hecho este paréntesis, seguimos tomando conciencia. En una hipoteca, lo que estamos financiando es una vivienda que, en principio, no debería perder valor (burbujas inmobiliarias aparte). Cuando una empresa pide un crédito para comprar una máquina, se supone que esta máquina rendirá lo suficiente para pagar los intereses del préstamo y amortizar la propia máquina. Pero, ¿qué se financia con un crédito al consumo?. En el mejor de los casos, un coche o un televisor que, nada más salir del concesionario o de la tienda, pasa a ser de segunda mano y pierde buena parte de su valor. Y, en el peor de los casos, unas vacaciones de las que, una vez hechas, sólo queda el recuerdo y las fotos. En caso de emergencia, una vivienda se puede vender y (insisto, burbujas inmobiliarias aparte) devolver la hipoteca. Lo mismo se puede hacer con un televisor o coche, aunque es probable que no cancelemos la totalidad de la deuda. ¿Qué vendemos para pagar el crédito de las vacaciones si por el motivo que sea dejamos de ingresar dinero con los que contábamos para pagar el préstamo?
Si en vez de hablar de créditos hablamos de ahorro, a finales de 2015 se publicaba una Orden Ministerial que obligaba a informar sobre el riesgo, liquidez y complejidad de los productos de inversión. Bienvenida sea, porque ayuda a los posibles inversores o propietarios de ahorros a entender mejor dónde ponen su dinero.
¿Quién informa a una persona que contrata un crédito al consumo de los peligros que éstos tienen?. Considero que esta es una asignatura pendiente para el legislador. Sólo hay que hablar con algunos de mis clientes para darse cuenta de que, en muchos casos, no eran conscientes de que endeudarse les provocaría problemas. Y me viene otra pregunta: con el poco conocimiento que mucha gente tiene de temas financieros, ¿es adecuado que haya anuncios que animen a endeudarse?
Y acabamos ya. ¿No sería mejor (y más barato, dado el ahorro en intereses) planificar correctamente desde un punto de vista financiero para poder pagar vacaciones, televisores, coches y cualquier otro tipo de bien de consumo con los propios ahorros?