Hace unos días un cliente me hizo un comentario bastante alentador. Me dijo que en nuestra primera conversación financiera le había gustado la humanidad del trato. Considero que esto define con precisión buena parte del trabajo que hacemos en acOnseguir.
El primer paso en un proceso de coaching es darse cuenta de que hay que hacer un cambio. Es esa sensación de «¡hasta aquí hemos llegado!». ¿Os suena? A partir de este punto, en el ámbito que nos ocupa es básico permitirnos un espacio para reflexionar sobre la propia economía. Una conversación financiera es una herramienta óptima para llevarlo a cabo. Su impulso es mágico, y produce avances espectaculares. Me vienen a la cabeza varios casos reales con clientes que me lo demuestran.
La previa: liberarnos de la culpa
Leí hace unas semanas sobre el significado de la palabra alemana «schuld». Resulta muy revelador que por un lado se traduzca por «culpa» y, paralelamente, también por «deuda».
A menudo la culpa es lo primero que hay que abordar en una conversación financiera. El pasado sólo sirve para aprender de cara al futuro.
Si cargamos con una culpa por decisiones que nos han perjudicado, necesitamos liberarnos de ella. Y si va asociada a una deuda, hay que ver cómo reducirla. Al final, no somos perfectos y no siempre acertamos como quisiéramos. La humanidad del trato a la que hacía referencia en el primer párrafo pasa por reconocerlo. Si la culpa representa un gran peso, nos costará seguir caminando.
Comenzamos la conversación financiera: «usted está aquí» y objetivos
Leemos la frase entre comillas del anterior título en cualquier mapa o plano para indicarnos el punto de partida. El inicio es siempre saber dónde estamos. Cuál es nuestra foto financiera actual.
A continuación, hay que determinar dónde queremos ir. El dinero sólo es un medio para conseguir objetivos. Los habrá a largo plazo, a medio y a corto. Y la planificación financiera debería depender en gran medida de ellos.
¿Qué es lo que impide alcanzar nuestras metas? De manera paradójica, tendemos a sabotearnos. Nos hemos acostumbrado a vivir de una determinada manera y los cambios nos dan miedo. Incluso cuando sabemos que estos nos beneficiarán. Llevamos encima toda una serie de creencias que apoyan que actuemos así. Al final de la entrada hay algún vínculo con este mismo blog que habla de ello. La experiencia demuestra que cuando damos el primer paso en una buena dirección, la vida ayuda.
La superación de problemas nos transforma
Valoramos más lo que conseguimos con esfuerzo que no lo que nos regalan. Enfrentarnos a los obstáculos que nos vamos encontrando por el camino nos moldea para no caer en futuras trampas. ¿Has oído historias sobre personas a las que les ha tocado mucho dinero en juegos de azar para acabar arruinados? Sencillamente, no habían pasado por el proceso de esfuerzo que les habría permitido una mejor gestión de su supuesta suerte económica. Al final de la entrada encontrarás un interesante artículo de la UOC al respecto.
En una conversación financiera, una posible herramienta consiste en escribir en una hoja tres columnas:
- En la primera, listaremos los obstáculos que impiden alcanzar los objetivos que nos proponemos.
- En la segunda, que nos está pidiendo la vida que cambiemos para superar cada obstáculo.
- Finalmente, en la tercera qué acciones concretas emprenderemos para poner en práctica estos cambios.
Fe y perseverancia protagonizan toda conversación financiera
Cuando tenemos fe, disfrutamos de confianza y voluntad de creer que lo que deseamos pasará. Por otra parte, la perseverancia nos mantiene en el camino que hemos planificado. Una actitud de fe y perseverancia es imprescindible para el éxito. A nivel económico o en cualquier otro aspecto vital.
Completamos todo el contenido anterior con un par de links. En primer lugar, me remito a otra entrada de este mismo blog relativa a creencias. Y, a nivel de curiosidad, el artículo de la UOC en el que hacía referencia con anterioridad.
Para terminar, ponemos a tu disposición nuestro servicio de Coaching en economía doméstica, que permitirá ver los sorprendentes resultados que derivan de una buena conversación financiera.