«Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña». La cita es de Heráclito. La evolución es permanente. Y de todos los cambios que vivimos, somos especialmente sensibles a los profundos. Estos son los que nos ocuparán las próximas líneas. Algunos los decidiremos nosotros. Otros nos vendrán dados. Los habrá positivos, y también traumáticos. Muchos de ellos tendrán como consecuencia cambios financieros. Y, por supuesto, deberemos tomar decisiones al respecto.
Vamos a repasar varias tipologías de cambios financieros que normalmente motivan que nos soliciten nuestros servicios. Será imposible mencionarlos todos en una sola entrada del blog. Como ya hemos hecho otras veces, acabaremos en un artículo posterior.
Cambios financieros asociados al trabajo
Es probable que todos recordemos nuestro primer empleo. Con él, empezamos a ganar independencia económica.Habitualmente aún no tendremos demasiadas obligaciones. Es una oportunidad fantástica para ponernos metas y empezar a planificar un poco objetivos y ahorro. Y deberemos prestar atención. El entorno estará lleno de trampas para que perdamos de vista lo que queremos.
Otras veces nos ofrecen una promoción o empezamos a trabajar en una nueva empresa. A menudo esto irá asociado a una mejora de salario. Convendrá no dedicar todo este incremento de ingresos a nuevos compromisos de pagos.
Podemos encontrarnos también en una situación de desempleo o disminución de sueldo. Entonces es recomendable adaptarse lo antes posible. De nada sirve esconder la cabeza bajo el ala ante cambios financieros de este tipo y recurrir a la deuda para seguir como si nada.
Capítulo aparte merece establecerse con negocio propio. Se trata de un escenario totalmente diferente para quien ha tenido siempre un salario. Posiblemente en dar el paso los ingresos estables pasarán a la historia. Por otra parte, es habitual ver emprendedores que mezclan finanzas personales y profesionales. Esto dificulta efectuar un adecuado seguimiento de lo que ocurre en la nueva actividad.
La suerte como causa de cambios financieros
Quiero empezar este apartado recalcando una máxima que he repetido a menudo en mis escritos. Que se nos estropee una lavadora y la debamos reemplazar no es mala suerte. A no ser que esto ocurra el día después de que termine la garantía. La mayoría de imprevistos en realidad no lo son.
Del mismo modo, tampoco podemos calificar de buena suerte encontrarnos en el momento de jubilarnos con un capital acumulado que nos permita complementar la pensión. Habrá agradecer esto a una acertada planificación financiera a lo largo de nuestra vida más que a el efecto de la fortuna.
¿Cuáles son los auténticos golpes de buena o mala suerte?
Si empezamos por los negativos, por ejemplo podemos perder bienes, o perjudicar gravemente a alguien sin querer. También nos puede dar miedo sufrir una enfermedad que no nos deje desarrollar nuestro trabajo. Para estar preparados hay una doble estrategia. Por un lado, ahorrar tanto como podamos para que el riesgo nos cuestión nos afecte lo menos posible si llega. Y mientras no estemos listos para reaccionar con nuestros recursos, hay seguros de todo tipo que nos pueden ayudar.
Obviamente, los cambios financieros positivos estarán relacionados, por citar alguno, con herencias inesperadas o juegos de azar. El inconveniente de tener que gestionar una cantidad de dinero muy superior a la que estamos acostumbrados es que podemos no estar suficientemente formados para hacerlo. Me refería a ello en la entrada anterior a esta. De repente, nos saltamos la evolución natural que proporciona los conocimientos necesarios.
Por tanto, las decisiones deberían ser similares a las que tomaríamos en un lugar inhóspito. Habrá que realizar movimientos cortos y bien pensados. Y aprender a vivir con las nuevas condiciones económicas tan pronto podamos. No pasa nada si el grueso del dinero está un tiempo en una cuenta corriente, hasta que diseñemos una buena planificación. Y, si hay un consejo general, es que aprovechemos para cancelar deudas.
Los cambios financieros no deben asustar
Como reza el título, la vida es movimiento. De cualquier cambio podemos sacar un aprendizaje. Todas las experiencias que hemos vivido, buenas o no tan buenas, nos llevan a quienes somos ahora. Para no sufrir, sólo necesitamos mantener la mente abierta y estar preparados. En el caso de los cambios financieros, también.
Aprovecho estas últimas líneas para permitiros recordar un poco más la figura de Heráclito. Y también para llevaros a la serie de entradas donde desarrollo el tema de las trampas financieras. Estaremos especialmente expuestos en cambios financieros que nos proporcionen más dinero.
Finalmente, ponemos a tu disposición nuestro servicio de Coaching en economía doméstica. Este te permitirá sentirte más preparado o preparada para afrontar los desafíos financieros que la vida nos presente.
Seguiremos pronto.