Cuando acompañamos clientes en el proceso de poner en orden sus finanzas personales o familiares, hay muchas veces que podemos tomar como modelo lo que hacen las empresas mínimamente bien gestionadas. En concreto, en esta ocasión me gustaría poner el foco en el concepto de amortizar bienes, y en cómo podemos aplicarlo en el campo de la economía doméstica. Lo que compramos no dura eternamente, y es conveniente prever que deberemos reponerlo.
Amortizar bienes en un negocio
Comencemos centrándonos en cómo aparece esta necesidad.
Cualquier propietario de una empresa o pequeño negocio querrá saber con el máximo de precisión si gana o pierde dinero con su actividad, y, a nivel básico, esto se averigua restando los gastos de los ingresos.
Imaginemos que un fabricante comienza su actividad comprando una máquina muy cara que utilizará durante varios años.
Si considera la compra como un gasto en el momento de la adquisición, se estará engañando: el primer año el beneficio bajará debido a este dispendio, pero en los años siguientes seguirá disfrutando de la máquina, sin ningún gasto relativo a su compra porque se habrá asignado esta sólo al primer año.
Traduzcámoslo en un ejemplo, para una máquina que nos cuesta 300 y que nos durará tres años, en una empresa que tiene ingresos de 1.000 y gastos de 700 cada año:
La manera de dar solución a esta situación es ir simulando que la compra se hace por partes iguales durante los años que se espera que dure la máquina.
Siguiendo con el ejemplo anterior:
¿Qué permite esto? Básicamente, al repartir el gasto durante todos los años el beneficio baja por igual, y esto es más cercano a la realidad, porque la máquina dura varios años.
Lo que sí que habremos hecho bien en los dos casos anteriores es acabar considerando la compra de la máquina como un gasto, de golpe (sin amortizar) o en trocitos (amortizando). Lo hagamos de una manera o de otra, al cabo de los tres años el beneficio siempre será de 600, pero una vez comprada la máquina acabarán entrando en caja 1000-700 = 300, por tres años, 300 x 3 = 900. la diferencia entre el dinero que habrá quedado (900) y el que la contabilidad dice que habremos ganado (600) nos dejará 300, en cierto modo ahorrados, que nos permitirán comprar una nueva máquina y volver a empezar.
Si no lo hacemos así, el propietario de la fábrica puede estar tentado de contar con los 300 líquidos de cada año para su uso particular en lugar de los 200 de beneficio contable y, en el momento de ir a comprar una nueva máquina, encontrarse con que no tiene suficiente dinero para llevarlo a cabo.
Y, para terminar esta parte, una última ventaja de amortizar bienes es que contablemente iremos viendo como baja su valor debido al uso o el paso del tiempo:
- al final del primer año, 300-100 amortizados = 200
- al final de segundo año, 300-100 x 2 amortizados = 100
- al final del tercer año, 300-100 x 3 amortizados = 0 (la máquina ya no valdrá nada, deberemos comprar otra y, en principio, estaremos en condiciones para hacerlo).
Amortizar bienes a nivel doméstico
En la primera entrada de este blog, publicada hace muchos meses, hablábamos de las ventajas de considerar cada uno de nosotros, o cada familia, como una pequeña empresa, al menos en el momento de tomar decisiones financieras.
Todo lo que hemos explicado en el caso de las empresas es aplicable a las finanzas personales o familiares. Cuando compramos cualquier bien que dure varios años (por ejemplo, una lavadora, una nevera, un coche, un televisor, cualquier mueble e, incluso, una vivienda), deberíamos empezar a pensar en cómo vamos a pagar el siguiente o, si nos referimos a un inmueble, las mejoras necesarias para compensar el paso del tiempo (reformar la cocina, baños, pintar, etc.) .
A escala doméstica, la manera de amortizar es, sencillamente, dejar de contar con la parte de los ingresos que, ahorrados año tras año, nos permitirán tener el dinero necesario para adquirir un bien de características similares o mejores.
Por ejemplo, podemos verlo con la compra de un coche de 16.000 EUR previendo que debe durar 10 años y del que consideramos que podremos sacar 1.000 EUR de su venta pasado este tiempo (amortizaremos sólo 16.000-1.000 = 15.000, durante estos 10 años).
Como podemos ver, el tiempo pasa, el bien cada vez vale menos, pero la amortización (o en este caso ahorro) nos permite mantener el patrimonio en condiciones de comprar un coche nuevo cuando sea necesario.
Planificar cómo amortizar bienes es básico en todo hogar
Cuando nos marcamos objetivos a los que el dinero nos pueden ayudar, a menudo necesitamos diseñar un plan de ahorro. Dentro de este plan, es evidente que deberá haber lo que queremos conseguir, pero no debemos perder de vista el resto de bienes que tal vez ya tenemos y a los que igual tampoco querremos renunciar.