El pasado 2 de Enero, Pol Marsà entrevistó Eduard Gironella (ver enlace) sobre cómo ahorrar diariamente con motivo de la llegada de la cuesta de Enero. A continuación exponemos el hilo argumental de la conversación, ampliando algunos puntos de los que no hubo tiempo de hablar más extensamente.
La entrevista comenzaba con la afirmación de que 2015 puede ser un buen año para el ahorro, dado que se producen dos hechos que pueden ayudar a que haya más dinero disponible en una gran parte de las familias:
– Las retenciones del IRPF bajan
– Muchas personas que habían sufrido el recorte de una paga extra, ahora parece que la volverán a cobrar.
Si a nivel particular fuéramos capaces de continuar como si estos ingresos extras no se produjeran y pudiéramos ahorrar ese dinero que cobraremos de más (por ejemplo, apartando este importe de nuestra cuenta corriente en el momento que cobramos la nómina, como si se tratara de un recibo más), en cierto modo nos estaríamos pagando a nosotros mismos.
A continuación, se hizo un repaso rápido a algunos de los consejos habituales en esta época del año (ver el post en este mismo blog sobre la participación de Eduard Gironella en un artículo sobre la Cuesta de Enero en El Punt Avui) .
Eduard Gironella consideraba que todos estos consejos, que son buenos, más o menos son conocidos, y decía que le gustaría darle un enfoque diferente, aprovechando que la noche de fin de año es la de los buenos propósitos.
Al fin y al cabo, ¿cómo es que existe una cuesta de Enero que se va repitiendo año tras año, como el Día de la Marmota de Atrapado en el Tiempo? Quizás porque no hemos sabido decir «no» a algunas compras de Navidad, o, sencillamente, porque ni siquiera sabíamos qué podíamos gastarnos y qué no. De lo que se trataría sería de coger una visión más global de nuestra economía doméstica, ver cómo marcha el dinero que entra, en qué partidas, y analizar si la importancia de estos gastos responde o no a nuestras prioridades.
En realidad, su experiencia con clientes es que no hay gastos buenos o malos, sino unas prioridades. Y se trata de que el dinero ayuden a que estas prioridades se consigan. Es decir, sin entrar en temas medioambientales, si una familia quiere que en su casa la temperatura sea de 25 grados durante el invierno, lo que es importante es aflorar conciencia de lo que eso cuesta, ya partir de ahí tomar las decisiones que sea necesario. Si esto representa X dinero más o menos al año, es bueno saberlo. Igual con este dinero desaparece la costa de Enero, o podemos hacer un viaje que nos hace ilusión, o igual resulta que estar a 25 grados tiene un gran valor para esta familia y se decide no hacer nada… O, alternativamente , tal vez los podemos ahorrar…
Porque después Eduard Gironella puso énfasis en la necesidad de luchar para conseguir un nuevo tipo de independencia, que es la económica, y a nivel doméstico. Este sería un muy buen propósito para empezar el año.
Y ¿en qué consiste esto? En depender lo menos posible de terceros en temas económicos. ¿Parece difícil? Según Eduard Gironella, todo es ponerse.
De entrada, deberíamos desterrar la palabra crédito, que significa depender de que alguien nos deje un dinero para conseguir un determinado bien o servicio.
La crisis ha hecho que ya no se concedan tantos créditos, y eso es bueno, porque nos obliga a vivir según nuestras posibilidades. El crédito es una herramienta buena para las empresas: a nivel básico, una empresa tiene una máquina que produce unidades de un bien, estas unidades se venden y dejan un beneficio. Si hay mercado para vender más, la empresa puede decidir endeudarse para comprar una segunda máquina, y esto puede ser interesante: parte del beneficio puede ir a pagar los intereses del crédito, pero la empresa termina ganando más que antes.
En el caso de un particular, el crédito no aporta ningún beneficio adicional, que no sea disfrutar ahora de un bien o servicio que no podemos pagar hasta dentro de un tiempo. Nuestra nómina no aumenta por la concesión del crédito, por el contrario, el crédito nos hace más pobres, porque que este bien o servicio puede llegar a costar el doble si sumamos el coste financiero, los intereses. Y si este crédito es en forma de tarjeta, los intereses pueden estar por encima del 20% anual.
El único crédito que tiene algún sentido para Eduard Gironella sería una hipoteca, porque responde a la decisión de establecernos por nuestra cuenta, y esto puede ser deseable hacerlo antes de una edad demasiado avanzada. Ahora bien: existe la opción de alquilar, y se trata de que los intereses que pagamos por la hipoteca estén como mucho en línea con lo que acabaríamos pagando por un alquiler de un piso de unas características similares. Y, sin perder de vista que quizá no necesitamos un piso tan grande, y que cuanto más pequeño sea, menos habrá que endeudarse.
Si volvemos a la independencia financiera, también estamos hablando de cómo poder permitirnos cambiar de trabajo sabiendo que disponemos de un cojín económico para hacerlo, o de cómo poner en marcha un negocio propio. Y todo esto pasa por el ahorro. Ahorro de dos tipos, a corto y largo.
Ahorrar a corto plazo significa no depender de créditos para cambiar la nevera, o la lavadora, o el coche. En toda casa hay unos miles de euros (por ejemplo, 30.000 EUR) en bienes que se renuevan cada, pongamos, 10 años. Si queremos ser financieramente independientes, 30.000 / 10 = 3.000 EUR anuales, y 3.000 / 12 = 250 EUR cada mes. Para renovar todo esto que tenemos, nos hacen falta 250 EUR al mes.
Y ahorrar a largo plazo significa pensar en objetivos que sean atractivos más allá de un horizonte de 10 años. Puede ser comprarse una segunda residencia, o poder enviar a los hijos a estudiar en el extranjero, o … lo que sea … Pero hay un objetivo que la mayoría deberíamos plantear, que es jubilarnos con una pensión digna sin depender de la Seguridad Social.
Y ¿por qué diferenciamos entre corto y largo plazo?: porque del ahorro a corto y del ahorro a largo podemos sacar rentabilidades diferentes, y un ahorro a largo bien estructurado, que nos de un buen interés compuesto, hace que si antes un bien comprado a crédito nos costaba el doble, ahora un ahorro a largo nos puede proporcionar el doble o más del dinero aportado.
Para terminar, si la crisis nos ha traído algo bueno es demostrarnos que podemos vivir con menos, y que la seguridad en la que creíamos que vivíamos era ficticia. Ahora que parece que se empieza a ver la luz al final del túnel, quizás es bueno planteamos otras maneras de operar financieramente a nivel personal para estar más preparados caso de que una situación de este tipo se vuelva a repetir, con el objetivo de ganarnos la independencia económica.