¿Cómo es mejor plantear la economía doméstica en pareja? ¿Cuenta corriente conjunta y dinero compartido? ¿Cada uno mantiene aparte lo suyo (separación financiera)? Este es un tema recurrente en algunos clientes. Y también en el ámbito de los medios de comunicación. En una última colaboración con Radio Euskadi se volvió a poner de manifiesto. Para mí lo mejor es lo que más ayude a mantener un orden con el dinero de casa.
Ciertamente, esta emisora decidió abordar el asunto con un toque de humor. Y está muy bien que lo hiciera así. Pero más allá de eso me gustaría aprovechar para efectuar un análisis más profundo. Mi experiencia es que una cuenta conjunta donde va a parar todo suele ser la punta del iceberg de un cierto descontrol económico.
Lo que es mío es tuyo
Quién no ha escuchado la frase que encabeza este apartado. La idea de base es muy romántica. Y también es verdad que la falta de separación financiera conlleva alguna ventaja. Por ejemplo, puede ahorrar las comisiones que algunos bancos cobran por tener más de una cuenta.
Ahora bien. Supongamos que yo soy uno de los miembros de una pareja que tiene el dinero compartido. ¿Qué información tengo sobre mi economía personal? ¿Cómo puedo saber si estoy viviendo por encima de las posibilidades que me da mi sueldo? Cuando se mezcla todo y no se lleva un control paralelo de lo que hay, cualquier análisis se complica mucho. Y constato que muy pocas familias disponen de este detalle.
Cómo estructurar la separación financiera
Partiremos del supuesto de que no se lleva al día una buena hoja Excel con las finanzas familiares. Si es así, no hay nada que nos facilite la visión de lo que ingresa y gasta cada componente de la pareja. En este escenario, mi recomendación es contar con la ayuda de la separación financiera que aporta disponer de tres cuentas. En primer lugar, convendrá disponer de una en común para pagar los gastos de los dos. Y, paralelamente, será bueno tener un par más, una para cada miembro. Así cada uno podrá analizar sus entradas y salidas de efectivo.
Sobre esta base, hay muchas posibles variaciones. Se puede determinar, por ejemplo, que las aportaciones que se hagan a la cuenta conjunta se efectúen en proporción al sueldo de cada uno. O, salomónicamente, las dos igual. Se trata de encontrar una manera acordada con la que todo el mundo se sienta cómodo.
También hay otras soluciones. Me gustan especialmente las que obligan a llevar un control de lo que ocurre. Así, puede estar muy bien que uno lo pague todo para que luego, periódicamente, se pasen cuentas. La ventaja del sistema es evidente, y en línea con lo que pregono. Aquello que lleve a pararse cada cierto tiempo para ver cómo se va es muy recomendable. Y si el sistema obliga a hacerlo, bienvenido sea.
Separación financiera para una economía más ordenada
Seguiré en línea con el anterior apartado. Tú pones la lavadora y yo lavo los platos. O a la inversa. A menudo estos pequeños acuerdos hacen que la vida en pareja sea más sencilla. Del mismo modo se puede decidir que uno pague la factura de la luz, el agua, el gas y el teléfono, y el otro el alquiler. Todo ello obliga a constatar qué gastos hay que atender y cuál es la forma más justa de afrontarlos.
Y una vez ya entramos en materia, ¿por qué no plantear objetivos individuales o en común? Cuando las cuentas están bien ordenados, las decisiones sobre lo que nos podemos permitir (o no) son bastante más sencillas. ¿Cabe pagar un alquiler más elevado? ¿O hacer frente a la compra de un piso? ¿Yo me puedo apuntar a un gimnasio sin desatender el dinero que tengo que aportar mensualmente a la cuenta conjunta? ¿O cuál es mi capacidad de ahorro?
El valor de la experiencia
El servicio de Coaching en economía doméstica está pensado para apoyarte en la separación financiera que aborda esta entrada y muchos otros temas relativos a la economía doméstica.
Y, para terminar, cerramos el artículo con algunos enlaces. El primero nos lleva a la grabación del programa de Radio Euskadi. Y el segundo nos conduce a otra entrada del blog relativa a las finanzas en pareja. Es una lectura que complementa muy bien las líneas anteriores.
Imagen de Alexandra A life without animals is not worth living en Pixabay