Esta entrada es la continuación de la publicada hace unos días. Insistiremos en pasar revista a diversas tretas financieras. A menudo nos las ofrece el entorno consumista en el que vivimos. Están muy bien diseñadas por auténticos expertos en la materia. Saben cómo tocar la fibra que nos impulsa a movernos de una determinada manera. A veces, sin embargo, nos enredamos en ellas nosotros mismos. La cabeza, el corazón, o todo a la vez, se nos pone en contra de nuestros intereses.
Como siempre, en el momento que las conocemos, tenemos media partida ganada. El resto depende de la voluntad de cambiar hábitos que hemos descubierto y que no nos ayudan a respetar los objetivos que nos marcamos.
Las clásicas tretas financieras relacionadas con la aversión a perder
Cuando hemos probado o tenido algo, nos cuesta más renunciar a ello. Nos ponen fácil disfrutar de un servicio gratuitamente durante tres meses porque es muy probable que pasado este tiempo acabemos contratándolo. Que no lo hagamos estará en función de nuestro autocontrol. Y no siempre podemos contar con él, ¿verdad?
De manera similar, posiblemente tendremos tendencia a aceptar mejor conservar el 90% de nuestro sueldo (o lo que sea) que a perder el 10%. Fijémonos en cómo nos presentan una propuesta. A veces hay trampa. Matemáticamente es lo mismo, pero lo percibimos diferente. A nadie gusta perder. Y por eso, por ejemplo, podemos seguir invirtiendo en un negocio ruinoso. Aunque sepamos que lo es. Lo preferimos antes que dar por perdido el dinero que hayamos destinado a ello hasta el momento.
Cómo nuestro sentido de la justicia se suma a las tratas financieras
Tenemos un peculiar criterio cuando juzgamos el esfuerzo de los demás. Decidimos una compra en función de si creemos que el precio es justo o no, y no tanto por el valor que el bien o servicio nos aporta.
El caso típico es el del cerrajero que nos abre la puerta de casa en un par de minutos a cambio de una buena minuta. Deberíamos estar contentos de ahorrarnos tener que destrozar la puerta para entrar. Sin embargo, tenemos tendencia a pensar que nos están tomando el pelo.
Quizás deberíamos valorar más la experiencia de los profesionales que nos dan servicio, y lo que nos ahorramos contratándolos. ¿Recuerdas el concepto de coste de oportunidad que mencionábamos en el post anterior? ¿Cuál es el coste de oportunidad de contratar a alguien que realmente sabe qué tiene entre manos? ¿Son las alternativas mejores o peores? Los cinco minutos que un mecánico tarda en ajustar el tornillo que arregla una avería son gratis. Pero los años de experiencia que le permiten saber qué tornillo hay ajustar justifican la factura.
Prestamos demasiada atención a los envoltorios
Podemos añadir a las tretas financieras las que nos encontramos cuando nos adornan el producto o servicio. Esto lo pueden hacer con recursos publicitarios, o añadiendo todo un ritual alrededor. Una cerveza de botella de una determinada marca tiene el mismo sabor en casa que en un bar de moda, pero estamos dispuestos a pagar más por ella en este segundo caso.
Ligado a esto último, incluso puede que difícilmente podamos diferenciar entre una cerveza de una marca conocida en frente de otra más económica. Pero el anuncio que hemos visto de la primera en televisión (o en Youtube o cualquier otro medio) nos condiciona. Es una cuestión de expectativas.
Dentro de la categoría de envoltorio también podemos poner el precio. Quizás lo más caro no es lo más adecuado para nuestras necesidades, pero asociamos precio a satisfacción final. Por ejemplo, tal vez acabamos escogiendo el teléfono móvil de coste elevado porque tenemos la sensación de que será mejor. Para la mayoría, resulta mucho más sencillo decidir en base al precio que en función de las muchas prestaciones técnicas que deberíamos comparar si el criterio a seguir fuera más racional.
Ya tenemos algunas de las tretas financieras a las que nos enfrentamos…
… ¿y ahora qué? Como mencionábamos antes, el primer paso ya lo hemos dado. Y hay algunas herramientas que nos pueden ayudar a saltar estas tretas financieras como el purasangre de la imagen. En la próxima (y última) entrega de esta serie lo veremos.
Mientras tanto, te proponemos repasar el post con el que empezamos a hablar de este tema. Además, si tienes facilidad con el inglés (aunque sea con subtítulos), te remitimos al vídeo que protagonizan los autores del libro.
Para finalizar, recuerda que dispones de nuestro servicio de Coaching en economía doméstica para recibir el acompañamiento necesario en el descubrimiento de éstas y otras tretas financieras en un detallado análisis de tu economía personal.