Seguramente lo habéis dicho o pensado alguna vez. Si fuerais más jóvenes. Si entonces hubierais contado con la experiencia que tenéis ahora. No se puede volver atrás. Pero a veces hay opciones que se aproximan mucho a ello. ¿Os imagináis volver a empezar sin deuda? Todos merecemos una segunda oportunidad financiera. Especialmente si ya no queda otra salida para sobrevivir.
Antes de la segunda oportunidad: cómo el agua llega al cuello
Para muchos, los últimos años han sido especialmente duros. Los hay que han perdido su empleo. Otros han sufrido una importante bajada de ingresos. Con toda seguridad, de todo esto se puede sacar un buen aprendizaje. Con conciencia, podemos adoptar una forma diferente de enfocar las finanzas personales o profesionales. Pero suele ocurrir que las deudas originadas por los errores cometidos quedan. Y pueden representar una losa pesada de arrastrar.
De diferentes clientes recogemos multitud de motivos para no haber hecho unos cambios que ahora vemos claramente que habrían ahorrado muchos problemas. A menudo cuesta renunciar a lo que estamos acostumbrados. Cuando nos encontramos con menos ingresos, podemos tener tendencia a esconder la cabeza como (dicen) hace un avestruz. Nos referíamos a esto en una reciente entrada de nuestro blog.
La solución más fácil es la deuda. Se amplía la hipoteca. Se pide un préstamo. Cuando todo esto ya no da para más se recurre a la tarjeta de crédito. Y si no se es consciente de cuál es el escandaloso interés que se paga por una deuda de este tipo, incluso se recurre a ella antes. También está el recurso de créditos absolutamente abusivos que se contratan en Internet.
Como resultado de todo ello, llega un punto que cada principio de mes llegan cargos de cuotas que pueden llegar a superar de largo los ingresos. ¿Os suena?
La segunda oportunidad puede ser la única vía
Nuestra experiencia es que hay un punto donde no hay ninguna posibilidad de enderezar la situación por los medios tradicionales. Esto ocurre si:
- Las salidas de dinero superan con mucho los ingresos. Sencillamente, no hay nada que recortar. Pagados los préstamos, apenas hay para hacer frente al lugar donde vivir, los suministros y la comida.
- Los bancos no te dan ninguna salida. Cualquier refinanciación supera los límites que toda entidad financiera asigna cuando se trata de dejar dinero, y la sensación que te queda es que quieren que para pagar la deuda renuncies a tener techo y comida.
¿Qué se puede hacer en estos casos?
La Ley 24/2015 de 28 de Julio (llamada de «segunda oportunidad») ha demostrado ser una puerta de salida para numerosas familias durante los últimos dos años.
Hasta la aparición de esta legislación, sólo las empresas tenían una vía para pedir quedar libres de deudas. Ahora esto es posible para particulares y autónomos.
Muy resumidamente, los pasos a seguir son:
- Intentar encontrar un acuerdo extrajudicial con los acreedores con la ayuda de un mediador concursal.
- Si no se llega a ningún acuerdo en un plazo de unos dos meses, el deudor y el mediador podrán pedir el concurso de acreedores a un juez.
- Si este último llega a la conclusión de que no hay no dinero ni bienes para dar cobertura a las deudas y considera que hay buena fe, puede liberar el deudor de todas o una buena parte de las deudas. Se exceptúan las que se tengan con organismos públicos o las derivadas de manutención de hijos, en su caso.
Evitar la segunda oportunidad: ¿cuándo pedir ayuda?
Francamente, yo prefiero no tener que recurrir a la mencionada ley de segunda oportunidad. Todos los que estén pasando por una situación de ingresos superados por los gastos vale la pena que le hagáis frente lo antes posible.
A veces, si la deuda no se ha hecho demasiado grande y todavía entramos en los parámetros que las entidades financieras consideran razonables para conceder un préstamo, estamos a tiempo de negociar con los bancos un plan de pagos que permita hacer frente a las deudas sin renunciar a los mínimos para poder vivir.
En acOnseguir tenemos una amplia experiencia en buscar soluciones para disfrutar de una segunda oportunidad. Esto puede ser por vía de la ley o, si aún estamos a tiempo, por otros medios. Y también acompañamos en poner las bases para que esta segunda oportunidad no vuelva a hacer falta.