Todos trabajamos con una entidad financiera u otra con un nivel más o menos alto de satisfacción. El negocio bancario, que existe desde la Edad Medieval, en el fondo es simple. Consiste en agrupar dinero de un conjunto de personas para dejarlo a quien lo necesite. Por este servicio, los bancos se quedan un porcentaje o comisión. En cierto modo, con esta operativa crean una red financiera de la que son el nudo. Como en infinitos otros campos, Internet está empezando a ofrecer alternativas a este sistema.
Comentábamos en otra entrada de este mismo blog como nos podíamos beneficiar del consumo colaborativo en el día a día. Quizás tienes un coche que sólo utilizas los fines de semana. Si es así, durante los días laborables lo puedes poner a disposición de otros usuarios y sacar un rendimiento. Internet suministra la base para hacerlo. Veíamos hace unas semanas como hay varias empresas en red que se dedican a poner en contacto a propietarios de vehículos disponibles con usuarios potenciales de éstos.
En una línea similar a la anterior, se están empezando a poner de moda los llamados créditos colaborativos. Es la misma idea. Sólo hay que sustituir el coche del ejemplo anterior por dinero.
Red financiera: obtener un interés de los ahorros
En los últimos años, los depósitos han ido bajando la rentabilidad hasta dejarla casi a cero. Muchas entidades financieras ofrecen alternativas vía fondos de inversión. Sin embargo, conviene ser conscientes de las notables diferencias entre una buena parte de los fondos del mercado y los depósitos tradicionales. Me refería al tema en una intervención mía en TV3 hace unos meses.
Los créditos colaborativos son otra alternativa para intentar obtener de los ahorros una razonable rentabilidad. Ahora bien, como todo producto de inversión conviene ser conscientes de los riesgos a los que nos exponemos. Al fin y al cabo, lo que estamos haciendo es dejar nuestro dinero a otras personas. Es cierto que lo hacemos bajo la tutela de un intermediario que intenta asegurar el éxito de la operación. Pero también lo es que conviene hacerlo en el marco de una buena planificación financiera. La pregunta es la de siempre: ¿cuál es la finalidad del dinero que invertimos?.
Red financiera: encontrar un préstamo a un mejor interés
Los bancos tradicionales cuentan con una estructura en muchos casos cara de mantener. Por este motivo, entre otros, hay un gran diferencial entre lo que una entidad ofrece al cliente que aporte dinero (casi cero) y el interés que cobra a quien pida un crédito.
Los créditos colaborativos soportan muchos menos gastos que la banca de siempre. Por tanto, el coste de un crédito puede resultar más barato a través de este medio.
Red financiera: no todo es lo que parece
Como siempre, habrá que hacer números y comparar. Por ejemplo, los créditos colaborativos pueden pedir una comisión de intermediación inicial que se paga de golpe. Si tenemos intención de devolver el préstamo anticipadamente (en menos tiempo que el previsto), esta comisión puede hacerlo menos competitivo.
Por otra parte, en la red encontramos también muchas ofertas que no son créditos colaborativos. Una buena parte de ellas, cuentan con intereses casi de usura. Conviene muy fijarnos siempre en el TAE. Algunos lo tienen superior al 1.000%. Hay que estar terriblemente desesperado o desinformado para contratar un préstamo así.
Por último, no quiero cerrar esta entrada sin recordar el concepto de independencia financiera. Me he referido a él en artículos anteriores. Lo mejor es poder adquirir cualquier bien de una cierta importancia sin recurrir a ningún crédito. Unas reformas de 15.000 EUR se pueden pagar ahorrando 3.000 EUR durante 5 años. Y una vez hechas, podemos empezar a pensar en las siguientes reduciendo el ahorro a, por ejemplo, 1.500 EUR anuales durante los años que sea necesario.
Para todo ello, es imprescindible una buena planificación financiera. Y es aconsejable el acompañamiento de alguien que esté acostumbrado moverse en este mundo concreto.