Las líneas que siguen, como muchas otras cosas en la vida, son consecuencia de dos casualidades que han hecho que me vuelva a referir a las deudas como elemento de sabotaje a la libertad financiera.
No faltarán economistas quienes mencionarán los beneficios que a nivel macroeconómico tiene la deuda como medio que incrementa el dinero en circulación (multiplicador monetario). La realidad que veo en mi día a día con clientes, sin embargo, es que una gran parte de las dificultades financieras que vive mucha gente derivan precisamente de un exceso de préstamos pendientes. Y, de hecho, estos problemas van mucho más allá del clásico «no llegar a fin de mes», sino que pueden llegar a afectar a la propia libertad: el miedo a no poder pagar lo que se debe puede paralizar a la hora de tomar decisiones que quizás nos harían ser más felices (por ejemplo dejar un trabajo que no nos ilusiona).
Veamos cuáles son las dos casualidades que hoy me han llevado hasta aquí.
Libertad financiera en un libro de Sánchez Piñol
¿Has leído alguno de los títulos de Sánchez Piñol? No es un autor que escriba sobre temas financieros, precisamente. Sin embargo, hay un pasaje de su último libro, Vae Victus, que, prescindiendo de la cierta exageración humorística que lo caracteriza, me ha hecho reflexionar.
Se puede leer «… no hay ningún invento peor, más detestable y más espeluznante que una institución que todos conocemos, aparentemente venial y que está en los fundamentos mismos de la civilización humana: la deuda».
Sin entrar en detalles de la historia que sigue al fragmento que reproduzco, en otro punto del relato encontramos que «… consigue que la deuda aumente más y más, y que (…) viva sólo para pagarla» .
Considero que es así: el consumo por encima de nuestras posibilidades actuales nos envuelve en deudas, y si no tomamos conciencia de este mecanismo, nos podemos encontrar trabajando casi sólo para pagarlas. ¿Vale la pena?
Ofertas bancarias … ¿para la libertad financiera?
Hace unos días recibí un correo publicitario de una de las principales entidades financieras del país. Una frase llamaba poderosamente la atención, y decía algo similar a «lleva a cabo tus proyectos y consigue cumplir tus metas». La verdad es que pensé que, por fin, había un banco que había decidido ayudar a sus clientes a organizar sus finanzas para alcanzar objetivos. Lamentablemente, vana ilusión.
Lo que de verdad ofrecía la publicidad era endeudarse para conseguir estos objetivos. De nuevo, no son sólo las empresas que venden productos o servicios las que nos tientan a consumir cuando quizás no podemos hacerlo, sino que las propias entidades financieras fomentan también el endeudamiento.
¿No sería mejor que estas empresas teóricamente llenas de expertos económicos ayudaran a una buena planificación del ahorro para conseguir los objetivos con una sana libertad financiera? Posiblemente esto me dejaría sin trabajo, pero casi lo daría por bueno si fuera por este motivo.
Y, mientras llega el momento (sospecho que lejano) que los bancos nos ayuden a alcanzar metas sin tener que endeudarnos para hacerlo…