Cada vez lo hago más a menudo: durante sesiones con clientes, antes de ponernos a redimensionar las finanzas para aquellas ocasiones que conviene hacerlo, estoy adoptando la costumbre de señalar (con excepciones contadas) si son conscientes de hasta qué punto son afortunados. A veces esto es evidente a los ojos de todos: cuentan con buenos ingresos y capacidad de ahorro suficiente para disfrutar de suficiente independencia financiera. En otros casos, cuesta más darse cuenta porque tienen dificultades para pagar la hipoteca o los préstamos debido a reveses de aquellos que la vida a veces da.
¿Cuál puede ser la fortuna cuando necesitamos redimensionar las finanzas?
Retomaré esta pregunta más adelante. En realidad, he decidido tocar este tema porque las vacaciones de verano son un periodo que, junto con Navidad, se presta utilizar una parte de las merecidas horas de relax para hacer balance de cómo van las cosas. Prueba de ello es que en esta época observamos un incremento de la gente que se anima a pedir nuestros servicios de coaching financiero respecto a otros meses: el tiempo libre permite tomar conciencia de que hay margen de mejora en la economía particular o familiar, y se quiere poner manos a la obra para remediarlo.
De hecho, si nos paramos a pensar, ¿por qué la mayoría de la gente nos gustan tanto las vacaciones ?. A menudo la respuesta es porque nos proporcionan tiempo para hacer lo que nos apetece: leer, hacer deporte, viajar, disfrutar de la naturaleza, compartir momentos con familia o amigos, etc. Las horas libres suelen señalar cuáles son nuestras prioridades.
Y ¿qué nos impide hacer habitualmente lo que nos apetece? Siempre habrá excepciones, pero en la mayoría de casos no respetamos nuestras mismas prioridades. A menudo dedicamos recursos (dinero, tiempo) a actividades o compras que no nos llenan, pero que la sociedad (amigos, compañeros de trabajo, vecinos, modos) nos impulsan a consumir. ¿Vale la pena ir acumulando objetos o experiencias si después resulta que nos vemos obligados a vivir estresados para poder pagarlos? Cuando hablamos de redimensionar las finanzas, nos referimos precisamente a poner el foco en lo que nos importa, y dejar el resto en un segundo plano. Sale muy a cuenta bajar un par de escalones de status si esto nos permite disfrutar más, ¿no os parece?
¿Por qué somos afortunados pesar de tener que redimensionar las finanzas?
A veces perdemos de vista lo que es verdaderamente importante: la inmensa mayoría de los que me estáis leyendo tenéis buena salud, vivimos en un país donde contamos con muchos servicios, podemos comer cada día y disfrutar de unas temperaturas, un sol y unos paisajes envidiables rodeados de familiares y amigos a los que amamos y nos aman. Creo que todos estaremos de acuerdo en que esto es lo que es relevante.
Y, efectivamente, la vida a veces nos hace pasar por épocas complicadas. A todos nos vienen a la cabeza ejemplos, cada uno los suyos. En términos financieros, que los números no nos acaben de cuadrar quizás es una señal de que hay algo que hacer de manera diferente a como lo hemos estado haciendo hasta ahora. Al fin y al cabo, nada grave. En la mayoría de ocasiones un buen análisis, tomar decisiones y redimensionar las finanzas lo corrige, y siempre nos quedan muchos motivos para sentirnos afortunados. De hecho, incluso de este proceso podemos sacar aprendizajes que nos enriquecen, las cosas no pasan porque sí.
La actitud que adoptamos ante cualquier problema (palabra que podemos sustituir por «oportunidad») es básica. Aprovechando que es verano y que seguramente disfruta del tiempo libre que mencionaba antes, os paso un par de links (conferencia y entrevista) que invitan a reflexionar y que van mucho más allá de las finanzas. Quienes me seguís habitualmente ya sabéis que lo repito a menudo: hay muchas más cosas de las que nos pensamos que dependen de nosotros mismos. ¡Vamos!