Somos muchos los padres que más de una vez hemos pensado «por los hijos, lo que haga falta». La estima que tenemos por nuestros niños puede hacernos llegar a un nivel de sacrificio o dedicación que, para la mayoría de los padres, no es comparable a nada más. Sin embargo, vale la pena asegurarse de que las decisiones que tomamos (o queramos tomar) tendrán el apoyo económico que permita llevarlas a cabo. Todos estamos dispuestos a lo que haga falta, pero de entrada conviene facilitar al máximo el camino, porque ya habrá tiempo suficiente para imprevistos y complicaciones.
Quizás es mejor empezar por el principio. Tener hijos es una experiencia maravillosa, pero, como todo, requiere de unos recursos básicos. Es importante detenerse a calcular con qué capacidad económica se cuenta antes de tenerlos, porque los significativos gastos fijos que conllevan los hijos son de los que no queremos ni podemos dejar de pagar.
Obviamente, el nivel de gasto originado por los hijos dependerá de nuestras posibilidades y valores: hay un abanico casi infinito de opciones tanto en cuanto a alimentación, ropa o escolarización, para poner sólo tres ejemplos elementales. Y es muy aconsejable hacer un presupuesto aproximado de lo que esto puede representar mensualmente y para cada edad.
De hecho, éste es un esquema que se podría aplicar a cualquier compra importante que represente la dedicación de una parte sustancial de nuestros ingresos. Estamos de acuerdo en que tener hijos es incomparable, visto en la óptica emocional, a ninguna otra decisión económica que nos planteemos, pero no deja de ser, desde la frialdad de los números, un gasto más, y en muchas ocasiones, de los importantes. Así, financieramente, podría ser similar a la adquisición de un piso y el pago de la correspondiente hipoteca que, con una alta probabilidad, llevará asociada
Una vez sabemos cuál es el volumen de dinero mensual o anual que representará el tener uno o más hijos, habrá que analizar cómo encaja esto con nuestras finanzas. Si antes de embarcarnos en ser padres, actualmente, tenemos una capacidad de ahorro superior a los gastos que creemos que conllevará nuestra paternidad, podemos darnos por satisfechos. Si no es así, será muy interesante evaluar a qué otras salidas de dinero (ocio, vacaciones, etc.) nos vemos capaces de renunciar, y si estas renuncias son suficientes para dar cobertura a los gastos en que nos hará falta incurrir debido a los futuros niños.
Podemos dar un paso más. La planificación financiera a un horizonte de, por ejemplo, cinco años, puede ser relativamente precisa, sobre todo si contamos con unos ingresos fijos que provengan de un trabajo con contrato indefinido. A medida que nos alejamos del momento actual el grado de incertidumbre aumenta, porque pueden llegar acontecimientos que afecten positiva o negativamente a nuestra capacidad a hacer frente a los gastos de los hijos.
Es más: dependiendo de nuestros valores y capacidad, habrá gastos especialmente significativos relativos a los niños que quedarán fuera del día a día, como podría ser financiarles unos estudios en el extranjero, o comprarles un coche, o ayudarles a pagar la entrada de un piso: cuanto más lejos intentamos planificar, más imprevistos pueden haber.
Por todo ello, es muy interesante ir dotando un ahorro con productos adecuados para este fin. Si el horizonte temporal es largo, es decir, si es poco probable necesitar el dinero antes de que pasen 10 o 15 años, con algo de riesgo la rentabilidad puede ser también más alta. Las clásicas libretas de ahorro que ofrecen los bancos, con el tipo de interés casi nulo que en la mayoría de casos hoy podemos encontrar, ya no es la opción más recomendable, especialmente si hay una buena planificación financiera detrás.
Dedicar un rato a planificar financieramente para los hijos
La conclusión es que dedicar un rato a esta finalidad nos puede dar conciencia de cuáles son los recursos que tendremos que dedicar y si seremos capaces de generarlos. La tranquilidad que da saber que en condiciones normales no habrá problemas tiene un valor muy elevado, y, al fin y al cabo, los niños también serán más felices si no ven a sus padres sufrir por el dinero. Creo que en esto último casi todos estaremos de acuerdo.